Detenernos para ver, tomar consciencia en cada respiración,
ajustar lo necesario cuando sea necesario, en el momento justo, sin forzar.
Dejar tiempo libre para disfrutar, tomar aire y sentir el suelo.
Hacer registro para identificar la necesidad, darle ese espacio al proceso.
Aprender que todo lo que pasa es parte de algo mas.
Encontrar esa rutina y acomodarla a nuestras necesidades.
Ser fuerte cuando sea necesario, desarmarme también, para ajustar lo que haya que ajustar.
Entrar al servicio con mi cuerpo, en cada paso, en cada tiempo.
Soy mucho mas de lo que siento y aun no digo en palabras.
Llevo registro del pulso, lo reparo con delicadeza. Como si lo demás se disolviera por si solo. Registrando la velocidad de la Luna que me marca que hay cosas que se me escaparon por correr.
Y ahí me detengo en el tiempo y en el silencio, para poder apreciar nuestra fragilidad.
Después de cada invierno, vendrá la primavera que merecemos.
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