Alguna vez guarde partes de mí, por miedo a no ser querida.
Alguna vez pedí perdón por cosas que no debía, llore a escondidas y me culpe por cosas que no había hecho. Alguna vez fui a lugares por obligación, me banque gente con la que no podía cruzar ni dos palabras, y no use ese vestido “ridículo “que me gustaba.
Alguna vez me dolieron las palabras e hice silencio.
Le pedí que se quede a alguien que no se merecía ni una baldosa de mi vereda, y le pedí que se vaya a quien tiernamente supo acariciar mi alma.
Alguna vez fui cruel con quien me quería porque no supe tal vez, defenderme de mi misma, al fin y al cabo, siempre termina siendo con el espejo.
Alguna vez desconfié de la persona más confiable, simplemente porque yo misma no confiaba en mí.
Alguna vez también, dije basta.
Me abrí, lloré, mostré mi lado más vulnerable, mis lugares de luz, pero también toda mi sombra.
Algún dije simplemente basta y ahí empecé a explicar mis miedos y a pedir que, por favor, se traten con cuidado. Y ahí me puse ese vestido ridículo y también me lo saqué frente a los ojos correctos. Alguna vez me permití permanecer en lo real. Primero para mí, por sobre todas las cosas.
Me saque el escudo, podría decirse que de esa manera empecé a ser libre.
Ahora puedo elegir y sentirme afortunada de que no importa el momento donde me este, importa el quien.
Y ahí estas vos, siempre vos.
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